viernes, 19 de septiembre de 2014

Soy Cuba (1964)


DirecciónMikhail Kalatozov

Guión: Enrique Pindea Barnett, Evgueni Evtushenko 

Nacionalidad: Cooproducción URSS/Cuba

Sinospsis: Cuatro historias independientes entre sí que narran la transición histórica desde el gobierno de Batista hasta el éxito de la Revolución Cubana.




El semidesconocido director soviético Mikhail Kalatozov, ganador de la Palma de Oro de Cannes en 1958 por la inmortal Cuando pasan las cigüeñas (1957), estrenó en 1964 esta particular visión de la revolución cubana explicada a partir de cuatro historias independientes que ordenan cronológicamente los factores que favorecieron el movimiento revolucionario así como su puesta en marcha. Influenciado por su compatriota Sergei Eisenstein, no realiza un film exaltando la figura de los líderes revolucionarios como podrían ser Fidel Castro o Ernesto Guevara, sino que como podemos ver en Octubre (1927) del mentado Eisenstein, es el pueblo el que se levanta y lleva a cabo una revolución.


Contando con una de las direcciones más virtuosas en la Historia del Cine, con unos movimientos de cámara que si bien no son tan escandalosamente rápidos como en Como pasan las cigüeñas, sirven para movernos dentro del  contexto de una Cuba, la cual se dirige al espectador mediante una voz en off, en plena efervescencia de un deseo colectivo de cambio, nos sumergimos en la primero de estos capítulos. Kalatozov sabe como reflejar el delirio y el componente más salvaje de la noche habanera prerrevolucionaria, un sinfín de derroche, una locura colectiva de alcohol, música y mujeres solo al alcance de los más ricos y de los estadounidenses que vienen a divertirse a la isla. El fluir de este tipo de fiestas parece la versión cinematográfica del desenfreno narrado sobre este tipo de acontecimientos en la novela del cubano Gabriel Cabrera Infante que firmaría tres años después titulada Tres tristes tigres. El episodio termina con unos de los norteamericanos abandonando el poblado de una joven prostituta, descubriendo un mundo nuevo para él, la Cuba real donde los pobres y la miseria sustituyen los casinos y los bares.


El segundo relato, perfectamente engranado con el primero, muestra la vida de estos campesinos que sufren un revés por parte de su terrateniente, del dueño de unas tierras que otros las trabajan y que vende sin pensar en las repercusiones de sus trabajadores. De nuevo vemos la miseria pero en esta ocasión la explotación explícita de los poderosos y la el surgimiento de un espíritu de protesta, el nacer de una consciencia de clase primitiva que decide atentar contra el poder establecido desde la manera más inmediata y poco meditada, la destrucción de la propiedad.

El fuego destructor sirve para enlazar el siguiente acontecimiento. Los jóvenes, los estudiantes, la elite intelectual, despierta mediante el acceso a la cultura. Atenta contra las figuras que representan el sistema asesino y represor.  Se levantan con fervor contra Batista y son por ello duramente reprimidos. Volvemos a ver la influencia de Eisenstein situando una de las escenas cumbre en una escalinata, rememorando la sublevación social y la mortífera represión policial filmada en la escalera de Odessa en la obra universal El acorazado Potemkin (1925), la cual también está presente a la hora de mostrar el homenaje que rinde el pueblo a la figura del revolucionario asesinado por el gobierno.


Por último, acabamos con la represión en la ciudad para volver a evidenciarla en el campo de batalla, donde los soldados detienen a los revolucionarios en busca de acabar con Fidel Castro. Regresamos de nuevo al mundo campesino y vemos el despertar revolucionario a partir de Mariano. El vivir en paz es lo único que motiva a él y a su familia en un contexto de infinita pobreza. No cree en la necesidad de usar las armas para mejorar las situaciones sociales de su entorno hasta que se ve literalmente bombardeado por un gobierno que hasta entonces tan solo lo ignoraba mientras trabajase sus tierras. Surge en él el ideario revolucionario que representa a miles de ciudadanos que ven nacer en sí una imperiosa  necesidad patriótica de cambiar las cosas haciendo por fin posible la ansiada revolución.


Soy Cuba en sin duda un film propagandístico, pero no por ello vamos a dejar de admirarnos por la belleza de su fotografía, el mimo de sus composiciones y su inolvidable dirección. A su vez, resulta una historia magistralmente narrada y un nuevo ejemplo que evidencia el poder del cine como arma propagandística masiva.


Luis Suñer






sábado, 6 de septiembre de 2014

Suicide Club (2002)





Dirección:  Sion Sono

Guión: Sion Sono



Nacionalidad: Japón
Reparto: Ryo Ishibashi, Akaji Maro, Masatoshi Nagase, Saya Hagiwara, Hideo Sako, Takashi Nomura, Tamao Satô, Mai Hosho, Yoko Kamon, Rolly, Kimiko Yo, Katsuhiro Watanabe
Sinopsis: 54 chicas se tiran a las vías del tren. Este suceso es sólo el principio de una serie de suicidios en cadena que se extiende por todo Japón. ¿Tendrá algo que ver el nuevo grupo musical Desert? El detective Kuroda intentará encontrar la respuesta, que no será tan sencilla como él desearía... (FILMAFFINITY)






Algo huele a podrido en Japón. Eso debió de pensar Sion Sono cuando ideó el guión de esta peculiar película titulada Suicide Club, título ya de por sí llamativo, tanto como lo es también la premisa en la que se inicia, 54 colegialas japonesas se suicidan en grupo lanzándose con alegría sobre las vías del tren.


A partir de aquí nos moveremos dentro de una sociedad aborregada por grupos musicales jpop, andrógenos psicópatas contaminados por sus delirios de grandeza y la búsqueda de la notoriedad sobre todas las cosas unido a la dictadura de lo cool que arrastra a la juventud en una marea de violencia exacerbada que desprende litros de sangre que inundan con saña nuestras retinas. Sono no se toma en serio su trabajo, ridiculiza mediante la exageración los elementos perniciosos de la sociedad nipona contemporánea, y es por ello que induce aspectos concretos sobre la irrupción de las nuevas tecnologías en la despersonalización del individuo que busca hallar algo más profundo y verídico que lo que está condenado a vivir en un mundo gobernado por lo vulgar. 


Uno no puede evitar rememorar obras japonesas casi coetáneas como el anime Seriel Experiments Lain (1998) o la obra de Shinji Iwai Todo sobre Lily (2001), la primera por el papel de Internet a la hora de acercar a una preadolescente a un nivel espiritual superior y la segunda, por valerse también de Internet a la vez que de un ídolo musical adolescente para “flotar en el éter”, algo similar a lo que plantea Suicide Club cuando se invita a sus protagonistas, envueltos en un halo de misterio dentro de un trama detectivesca, a conectarse tanto con los muertos como con los vivos, llevando a cabo una honda reflexión sobre su propio estado individual, su relación con los demás y a plantearse si desean permanecer vivos o por lo contrario prefieren la muerte. Se trata de un dilema también tratado, de una manera similar, en el anime ideado por Hideaki Anno Neon Genesis Evangelion (1998).




Suicide Club termina de manera abrupta, despejando algunas dudas y dejando muchas más abiertas, acusando sin piedad a una sociedad enfermiza y regalando al espectador un seguido de imágenes de gran belleza técnica acompañada de temas musicales que saben dotar de poder y significado a las más delirantes y sardónicas escenas.  Algo más que meritorio teniendo en cuenta que es una película que no toma muy en serio a sí misma.
 

Luis Suñer


 

 

martes, 2 de septiembre de 2014

I'm here (2010)




Dirección:  Spike Jonze

Guión: Spike Jonze



Nacionalidad: Estados Unidos  

Reparto: Andrew Garfield, Sienna Guillory, Annie Hardy, Nathan Johnson, David Kramer, Daniel London, Aska Matsumiya, Richard Penn, Quinn Sullivan, Jason Barclay, Michael Berry Jr. 

Sinopsis:
Historia de amor entre robots. El protagonista es un ayudante de biblioteca que lleva en Los Ángeles una vida anodina y rutinaria. De repente, un día tiene un encuentro que le abre los ojos a un mundo de creatividad y de amor. Celebrado trabajo de Spike Jonze que se presentó en Sundance y se proyectó en la Berlinale de 2010, obteniendo muy buena acogida por parte de la crítica. (FILMAFFINITY)






Spike Jonze, conocido por films tan relevantes como la reciente Her (2013), donde Joaquin Phoenix se enamoraba de un sistema operativo cuya voz interpretaba Scarlett Johansson, o Cómo ser John Malkovich (1999), película de culto que alterna una originalísima ciencia ficción con un humor de lo más negro y surrealista, presentó en Sundance en 2010 el mediometraje I’m Here, una peculiar historia de amor entre dos robots.




En una sociedad ubicada en un futuro no muy lejano, tanto seres humanos como robots viven mezclados dentro de la urbe con apenas conflictos entre ellos. La integración es tal que suelen interactuar entre ellos, aunque aun queden atisbos de una época pasada, reflejados en una señora mayor, que vivió la época en la que no existían robots, reprochándoles a éstos que circulen por la vía urbana conduciendo un vehículo.  El paralelismo racial e intergeneracional es evidente.




Sumido en el aburrimiento de lo rutinario, el chico conoce a una chica. Típico inicio de un film romántico cualquiera, salvo que estamos hablando de robots. Robots que se comportan como humanos, tontean como humanos, disfrutan como humanos y aman como humanos. La dirección de Jonze, unido a un seguido de temas musicales edulcorados refuerzan esta emoción, esta capacidad de transmitir un sentimiento tan humano como es el del enamoramiento a partir de dos androides. 




Después el mediometraje se pierde en un seguido de tópicos donde el “hombre” ofrece un rol protector con la “mujer”, algo que desde mi punto de vista podría haber sido al revés tranquilamente, pero con el final del visionado, encontramos unos personajes que derrochan carisma y empatía, un sentimiento y una implicación emocional brillantemente lograda y una amarga tristeza que deja poso, tanto por su belleza como por la magia de transmitir de una manera tan humana un sentimiento tan poderoso como es el del amor.


Un mediometraje de lo más recomendable que podéis ver en versión original subtitulada aquí:




Luis Suñer