sábado, 18 de noviembre de 2017

Hacia la luz (2017) Hikari

Directora: Naomi Kawase

Guion: Naomi Kawase

Sinopsis: Misako es una apasionada guionista de películas para invidentes. En una proyección cinematográfica conoce a Masaya, un fotógrafo mayor que ella que está perdiendo su vista lentamente. Misako pronto descubrirá las fotografías de Masaya, que la transportarán a algunos recuerdos de su pasado. Juntos aprenderán a ver de manera resplandeciente el mundo que antes era invisible a sus ojos.


Pocas filmografías han presentado un viraje inesperado tan abrupto como la de la cineasta nipona Naomi Kawase. Procedente de un documentalismo directo, crudo y veraz como el que demostró en sus primeras películas, donde sobre todo apreciamos la compleja relación personal que experimentaba con su tía abuela y el dolor por la ausencia de la figura paterna, llegó al cénit de su estilo con Nacimiento y maternidad (2006). Un documento gráfico de un subjetivismo y realidad extremo, donde arranca de las manos la cámara que filma el nacimiento de su hijo para filmarlo ella misma. No obstante, su apuesta por la ficción siempre se mantuvo en esa línea, explorando las mismas preocupaciones y temas recurrentes. Hablamos sobre todo del luto emocional que representa para los vivos la pérdida de un ser querido. Un estado embotamiento, vacío, complejidad para interactuar con el mundo real. También una fusión interior con el entorno natural, sin dejar de lado la autenticidad del urbano.





Cintas como Shara (2003), Moe no Suzaku (1997) o Aguas tranquilas (2014), serían un claro exponente de esta personalidad de la autora. No obstante, resulta  chocante encontrar que tan solo un año después, Kawase decida dejar de lado la esencia de su obra anterior para abarcar con su película un público más amplio. Una pastelería de Tokio (2015) sigue con las mismas constantes argumentales que sus largometrajes anteriores, salvo que desde una perspectiva más simplista y obvia, queriendo conmover al público, irradiar de cierta estética kawaii a lo mostrado en las imágenes. Y el hecho de que su estreno en España en 2015, consiguiera cuadriplicar los ingresos en taquilla de Aguas tranquilas, que también llegó a salas en el mismo año, parece darle la razón a la directora. Y es que ella misma reconoció en SEMINCI de aquel año su objetivo a partir de ahora iba a ser concretamente ese, renunciar a la aparente complejidad de su obra para hablar de lo mismo desde un punto de vista más seductor para el gran público.


Con Hacia la luz por su parte, encontramos que ya no simplemente rechaza de temáticas que han acompañado su carrera, sino que su dirección también toma un derrotero distinto. Y es que ya no observaremos planos casi subjetivos que se detengan en la cotidianidad de la existencia, en la maravilla que reside en la belleza de la naturaleza. Los planos son directos, sin ambigüedades, enfocando directamente los ojos de los protagonistas, dejando únicamente su punto de vista como motor que mueve el filme. Este nuevo trabajo de la realizadora, pese al potencial del que parte, se disipa en el vacío sin preocuparse en dejar tomar una opinión propia al espectador, traicionándose con la esencia de la película. Y es que este relato cuenta con una reflexión interesante que lamentablemente acaba muy mal desarrollada. La protagonista trabaja en la  elaboración de una narración audiodescriptiva de una película existente. Un empleo complicado que es testado anteriormente ante una selección de ciegos que vuelcan su opinión sobre el trabajo de la muchacha. A su vez, tenemos a un personaje que sobresale ante estos invidentes, un antiguo fotógrafo cuya visión aún no ha cesado de manera definitiva. Kawase busca construir diálogo entre imagen y palabra, entre la objetividad de la realidad captada y la distorsión subjetiva del que la narra. También una reflexión metacinematográfico que acaba jugando en su contra. Y es que hacia el final, sobre todo en su desafortunada escena poscréditos, el comentario que da la cineasta sobre su nuevo rumbo cinematográfico es condescendiente. Si bien es verdad que trata acerca ello de manera directa, rotunda y honesta, sin disimulo alguno, el mensaje final obtenido es el de que ese patio de butacas repleto de ciegos, representa a una masa de espectadores que necesitan de una narración, la de la propia Kawase, que haga más comprensible  el cine para aquellos que no tienen los medios para alcanzar su esencia en todo su esplendor. Una mirada paternalista por encima del hombro del respetable. Algo incomprensible sobre todo cuando en una secuencia anterior, una de las ciegas de las pruebas acusa a la narradora de destrozar el final, ya que su visión subjetiva de los acontecimientos no deja espacio al espectador de una reflexión propia.


Hacia la luz padece además de poca coherencia dentro del relato interno. Secuencias como la desaparición de la madre, con la tosca metáfora de la joven enfangada sin poder avanzar, se antoja como un acercamiento vacío a su película El bosque de luto (2007).  La construcción del personaje del fotógrafo frustrado, contiene algo más de fuerza y empaque, pero el de la joven Misako se vive de manera totalmente inexpresiva. Un personaje vaciado de verosimilitud, sin atisbo alguno de calidez humana. Es por ello que se respira de manera totalmente falsaria cualquier intento de por dotarle de sentimientos, sobre todo en las recurrentes lágrimas ausentes de cualquier retazo de veracidad.


Estamos en definitiva ante la película peor planteada por una cineasta genial que hasta 2014 demostró ser una de las voces a tener en cuenta dentro de la originalidad cinematográfica mundial. Y es que pese a su desviación hacia la comercialidad en 2015 y a la legitimidad que tiene para ello, su última obra demuestra que querer acercar su mundo a cuantas más personas mejor, es una postura que no se puede desarrollar menospreciando al público, señalando qué tienen que pensar o cuando tienen que emocionarse, porque el cine se resiente  de ello. Cuando no habla de lo que ella siente con el corazón en la mano y disipa su intensidad para hacerlo entendible, finalmente acaba mostrando un producto manufacturado, pasado por un filtro que acaba por arrebatarle su propia alma. En su búsqueda de la luz ha acabado por hundirse en la oscuridad.


Luis Suñer