jueves, 22 de mayo de 2014

10.000 km. (2014)



Dirección:  Carlos Marqués-Marcet  

Guión: Carlos Marqués-Marcet, Clara Roquet

Nacionalidad: España

Reparto: Natalia Tena, David Verdaguer

Sinopsis: Alex y Sergi, una sólida pareja de Barcelona, acaricia la idea de tener un hijo, pero, inesperadamente, Alex consigue una beca de un año en Los Ángeles, lo que supondría un año de relación a 10.000 Km de distancia. (FILMAFFINITY)


 
El joven Carlos Marqués-Marcet debuta con esta 10.000K km. que ha triunfado allí por donde ha pasado consiguiendo dos premios en el Festival SXSW de Austin al mejor actor y a la mejor actriz y arrasando en el Festival de Málaga siendo la clara ganadora con cinco premios, entre ellos mejor película, director y actriz.




Y es que esta película no es para menos. Se abre un con largísimo plano-secuencia (el más largo de la historia del cine español) en la que la rutina fluye hasta que un mail inesperado lo rompe todo dejando la pantalla en negro. 10.000 km.
La historia se narra usando las nuevas tecnologías, veremos el devenir de una relación a distancia durante un año a partir de webcams, whatsapps, perfiles de Facebook o mails. Este toque contemporáneo a la dirección le da dinamismo y encanto, siendo una especie de Her española, pero tratando sobre una relación amorosa usando las nuevas tecnologías como instrumento y no como pareja.


La relación a distancia la vivimos gracias a pequeños trazos de conversaciones dilatados en el tiempo donde vemos a Sergi y a Alex evolucionar como pareja. Se vive la naturalidad del amor así como sus altibajos, sus preocupaciones o sus peleas. Asistimos atónitos a su dolor, descolocación y dudas, lo cual es posible gracias a la inolvidable actuación que nos brindan sus protagonistas, regalándonos escenas poderosas llenas de fuerza y de puro sentimiento, de amor, dolor, tristeza y desilusión.




A medio camino entre la comedia y el drama, nos encontramos con la veracidad de la vida misma, el continuo debate entre el futuro laboral y el familiar, la constatación de que no hay nada fijo en la vida y que todo es un devenir de acontecimientos los cuales se deberán de enfrentar como individuos y como pareja.


El fruto de todo esto es una película angustiosa, que te sumerge de lleno en ella, evidenciando que el cine es un instrumento que usa la ficción para empaparnos de verdad "24 veces por segundo".


Luis Suñer




 



lunes, 19 de mayo de 2014

Umarete wa Mita Keredo (1932) He nacido, pero...(y sin embargo hemos nacido)

Dirección:  Yasujiro Ozu

Guión: Akira Fushimi, Geibei Ibushiya

Nacionalidad: Japón

Reparto:  Tatsuo Saito, Mitsuko Yoshikawa, Hideo Sugawara, Takeshi Sakamoto, Teruyo Hayami, Seiichi Kato, Chishu Ryu

Sinopsis: La familia Yoshii se traslada a vivir a un suburbio de Tokio para que el padre esté más cerca de su trabajo. Los dos hijos deben adaptarse a la nueva escuela, pero se encuentran con la hostilidad de un grupo de chicos entre los que está Taro, el hijo del señor Iwasaki, jefe de su padre. Reacios a ir a la escuela, consiguen vencer en una pelea a la banda enemiga con la ayuda de un vendedor de licores. Al final se hacen amigos de Taro, y éste les enseña un vídeo en que su padre hace payasadas para complacer a su jefe, el padre de Taro. Los niños se enfadan con su padre y emprenden una original huelga infantil. (FILMAFFINITY)








Yasujiro Ozu (1903 – 1963), en su juventud, fue un estudiante no muy modélico que luego vivió como profesor de pueblo, gastando su dinero en sake, lo cual lo endeudó ganándose el desprecio de su familia. También aprovechaba su tiempo libre para ir al cine de ciudades más grandes, donde pudo ver películas de Chaplin, del cual reconoció sentirse muy influenciado.





He nacido, pero…(y sin embargo hemos nacido) en una de sus más importantes películas de su periodo mudo (aun siendo una película de 1932, el sonoro tardó en llegar al continente asiático). La película original carece de banda sonora propia, lo cual se debe a la costumbre japonesa de contar con un bushido en las diferentes salas donde se proyectaba una película. Este personaje se dedicaba a narrar y leer los intertítulos, así como a improvisar algún que otro diálogo de la obra.




Influenciado como hemos dicho por Chaplin, ofrece un retrato en tinte cómico al más puro estilo slapstick (que realmente de cómico no tiene nada salvo la comicidad de la vida innata en todos nosotros) de unos personajes que irradian ternura en parte debido al acierto del casting así como también por la espléndida dirección de actores. La fotografía está cuidadamente equilibrada, como en el resto de su obra salvo que aquí, podemos disfrutar de una cámara en movimiento mucho más activa que en su posterior filmografía. 




La filmación en exteriores, situando la acción en los suburbios de Tokio y cayendo el peso de la película en dos niños y en la familia nos presenta una especie de prefacio de un semineorrealismo italiano trece años antes de que Rossellini presentara la primera película de este movimiento. 




Son destacables escenas como las de los primeros enfrentamientos entre los niños, bebiendo casi del cine de gángsters y del western, también el descubrimiento de los dos hermanos de la desigualdad social y su posterior rebelión, que guarda muchas similitudes con la de Buenos días, una película que Ozu realizaría casi 30 años después, lo cual demuestra la reiteración temática en el cine del director nipón. Otra escena memorable es la de los niños asombrados ante la magia del cinematógrafo, donde el propio Ozu nos rebela su forma de gozar ante tal invento (como un niño).


Luis Suñer
 

 
 
 

miércoles, 14 de mayo de 2014

The Lady From Shanghai (La dama de Shangai) 1947






Dirección: Orson Welles

Guión: Orson Welles (Novela: Sherwood King)

Nacionalidad: Estados Unidos

Reparto: Orson Welles,Rita Hayworth, Everett Sloane, Glenn Anders, Ted de Corsia, Erskine Sanford, Gus Schilling, Carl Frank, Louis Merrill, Evelyn Ellis, Harry Shannon

Sinopsis:  Michael O'Hara (Orson Welles), un marinero irlandés, entra a trabajar en un yate a las órdenes de un inválido casado con una mujer fatal (Rita Hayworth) y queda atrapado en una maraña de intrigas y asesinatos. (FILMAFFINITY)



Orson Welles, (1915 – 1985) destacó en el mundo del cine por incluir aspectos para nada convencionales en sus films, revolucionar la forma y el contenido en una libertad creativa excepcional que le llevó a sufrir severas críticas del momento así como abandonar Hollywood después de ésta su quinta película para no volver hasta diez años después con Sed de mal.









Sin hacer un uso tan evidente de picados y contrapicados como en Ciudadano Kane y en la posterior Sed de mal, ni tampoco el uso de planos ladeados como en El tercer hombre (película en la que Welles ayudó en la dirección), en el aspecto formal es justo alagar el cuidado de los contrastes entre luces y sombras en escenas en movimiento y el barroquismo en la fotografía que convierte la película en una obra manierista en la que escenas como la del teatro chino lo evidencian. 





La música, en ocasiones exótica y simbólica dependiendo del lugar donde se encuentran sus protagonistas, se torna un gran aliciente al acompañar a las escenas dotándoles de una sensación trepidante que obliga al espectador a quedarse atónito deseando con fervor conocer con la máxima rapidez la resolución de las intrigas desarrolladas a lo largo del relato.



Dichas intrigas, vienen movidas por un guión que acaba volviéndose casi más loco que el propio Welles moviéndose por un mundo de engaños y argucias. Y es que el guión es tan inverosímil como alocado, lo cual me hace valorar aún más positivamente esta película si tenemos en cuenta la osadía que nos presenta Welles en pleno 1947. Antes de que los Tarantinos y los Godards revolucionaran el lenguaje, Welles mezcla en esta película un sinfín de géneros, partiendo del cine negro para pasar a la acción y a la comedia y permitirse una locura casi onírica y simbólica al final como si del más posmoderno director de los noventa se tratara.




El personaje interpretado por Welles huye de la losa que le ha caído encima, reclamando libertad. Y esta palabra es la que encuentro más adecuada para definir esta película. Libertad. Welles hace exactamente lo que quiere y lo hace tan bien, cuidando al máximo la compenetración entre imagen y sonido, que logra un ejercicio de libertad creativa trepidante.



Luis Suñer
 

 

miércoles, 7 de mayo de 2014

Przesluchanie (Interrogation) 1989



Dirección:  Ryszard Bugajski

Guión: Ryszard Bugajski, Janusz Dymek

Nacionalidad: Polonia

Reparto: Krystyna Janda, Adam Ferency, Jenusz Gajos, Agnieszka Holland, Anna Romantowska



Desconocidísima película polaca que pone al descubierto la represión estatal comunista de los años 50 y que a causa de ello, debido a ser estrenada en 1989, estando Polonia todavía bajo el yugo soviético, fue inmediatamente censurada, consiguiendo su éxito en el festival de Cannes del siguiente año, donde su actriz principal Krystina Janda recibió el galardón a mejor actriz tras deleitar al jurado con una de las interpretaciones más entregadas y más inolvidables que un servidor ha tenido el placer de disfrutar.




Con un estilo bressoniano en un argumento con reminiscencias de Un condenado a muerte se ha escapado (1956) se nos muestra el calvario de una joven artista que sufre la paranoica acusación de conspirar contra el régimen, siendo por ello, sin prueba alguna que la incrimine, retenida coartando su voluntad y torturada con tal de conseguir confesiones falsas que rebajen su castigo. 


El abuso de poder desnuda a los seres humanos, enseñando como el poderoso abusará del débil, humillándolo hasta el punto de anularlo como persona inyectándole nihilismo por vía intravenosa hasta que renuncie a si mismo. El castigo ante su resistencia llevará a los verdugos a ingeniar distintas formas de martirio, buscando la traición de las amistades, la destrucción de cualquier atisbo de compañerismo que exista en el reo, haciendo lo posible por hallar la acusación recíproca, como les ocurrirá a los personajes de la novela 1984 de George Orwell.




Los personajes son enfocados en primeros planos, atrapados en unos cuatro tercios que los enjaula (de hecho en muchos de los planos los personajes no llegan a caber dentro del mismo), engendrando una sensación claustrofóbica en el espectador, que se siente agobiado por no caber en la celda junto a las demás prisioneras. Los interrogadores están tan cerca de la cámara que notas su aliento sobre ti, no dejándote relajar ni un solo segundo. La importancia del sonido es relevante para crear la atmósfera carcelaria, llena de silencios y ecos fríos de las llaves contra los barrotes a la vez que los gritos de sufrimiento destrozan la moral de las prisioneras.

La película se abre con música intradiegética, Antonina, llena de vida y de juventud, canta y baila con alegría mientras que sus preocupaciones no pasan de ser banales si las comparamos a lo que se le vendrá encima. Al final del film, tras todo un desarrollo sin música alguna, suena una pieza de piano triste y melancólica, la nueva vida de nuestra protagonista estará siempre marcada por lo que le han obligado a vivir, una herida que nunca cicatrizará pero que no por ello desistirá en su deseo de seguir adelante. 


Luis Suñer