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sábado, 15 de noviembre de 2014

Laurence Anyways (2012)


Director: Xavier Dolan

Guión: Xavier Dolan

Nacionalidad: Canadá

SinopsisLaurence Alia (Melvil Poupaud) es un profesor de literatura con un trabajo estable y una sólida relación con su novia (Suzanne Clément). Sin embargo, un día decide contarles a sus amigos y seres más queridos sus planes para cambiarse de sexo. 




El jovencísimo Xavier Dolan, que a sus 25 años de edad ya ha cosechado triunfos por diversos festivales con sus cinco largometrajes, nos dejó con Laurence Anyways la que hasta ese momento fue su mejor película. Considerada el mejor film canadiense del Festival de Toronto de 2012, entró antes en la sección de Cannes Un Certain Regard llevándose, y con razón, el premio a la mejor interpretación femenina por la magnífica fuerza que entrega a su personaje Suzanne Clement.


Xavier Dolan nos presenta la historia de Laurence, un profesor de literatura de 35 años que harto de reprimirse revela a su novia, su familia y a su ámbito laboral su necesidad secreta, ser mujer. No por ello renuncia a su heterosexualidad. En este momento asistimos a un rechazo inicial, que bien podría antojárnose como el típico ejercico que relata las aventuras de una persona que por el mero hecho de ser diferente, es repudiado. Por suerte, Dolan trasciende y va más allá, nos regala una historia de un amor imposible a lo largo de diez años en la que se manifiestan todos y cada uno de los dilemas personales que tienen, sobre todo su novia, que sufre por el cambio de Laurence, rechazándolo, amándolo, preucupándose, abandonándolo y regresando a él durante el periplo de la década de los noventa.


Muchas pensarán que una historia que poco tiene a la hora de innovar, salvo por la cuestión del amor y el cambio de género (que no de sexualidad), se puede resumir en hora y media. No obstante, el cinéfago Dolan dota de una visión muy personalizada al tratamiento de la narración. Veremos escenas barroquísimas y ensoñaciones o visiones oníricas sobre los deseos amorosos de una manera muy felliniana, también diálogos entre enamorados con tratamientos lumínicos diferentes como Godard y unos ralentís que se recrean en la esteticidad de las imágenes al estilo Wong Kar Wai. Los planos con un único y central punto de fuga de lo más kubrickiano se fusionarán en su cercanía con la simetría propia de Wes Anderson. Además, el melodrama rebuscado y perfectamente reinventado de Almodóvar en los noventa protagonizado por transexuales será de lo más evidente.


El acierto de Dolan es el de contar una historia de la cual se nota su enfoque personal utilizando con acierto sus referencias cinematográficas más importantes, creando unas escenas de gran belleza visual, hablando con las imágenes y dotando a su film de poesía visual. No está nada mal para un chaval que por entonces tenía 23 años.


Luis Suñer

viernes, 11 de julio de 2014

Dare mo shiranai (2004) Nadie sabe

Dirección:  Hirokazu Koreeda
Guión: Hirokazu Koreeda

Nacionalidad: Japón

Reparto:  Yûya Yagira, Ayu Kitaura, Hiei Kimura, Momoko Shimizu, Hanae Kan, Susumu Terajima
Sinopsis:  Cuatro niños, hijos de distinto padre, viven felices con su madre en un pisito de Tokio, aunque nunca han ido al colegio. Un buen día, la madre desaparece dejando algo de dinero y una nota en la que encarga al hijo mayor que se ocupe de sus hermanos. Condenados a una dura vida que nadie conoce, se verán obligados a organizar su pequeño mundo según unas reglas que les permitan sobrevivir. Sin embargo, el contacto con el mundo exterior, hace que se derrumbe el frágil equilibrio que habían alcanzado. (FILMAFFINITY)

El director Hirokazu Koreeda, a golpe de proyecciones y premios en diferentes de los más prestigiosos festivales, a conseguido salir de las fronteras niponas para convertirse en uno de los cineastas japoneses del momento, un referente cuyo cine no deja de encandilar y arrasar allá por donde va. El film que tratamos en esta entrada no tan solo fue nominado a la palma de oro en Cannes 2004, junto a otros films asiáticos notorios como la futurista y barroca 2046 del hongkonés Wong Kar Wai o la aclamadísima Old Boy del coreano Park Chan-wook, sino que se hizo con el premio al mejor actor para el preadolescente Yûya Yagira, cuya entrega deja estupefacto a un espectador atónito ante un recital de tal categoría ofrecido por un niño de esa edad.

Si bien las últimas películas del director japonés, tales como Kiseki (2011) o De tal padre tal hijo (2013), pudieron ser tildadas de contar con cierta manipulación emocional recurrente por los estereotipos y la música, en este caso, la sensibilidad de Nadie sabe surge de la falta de musicalidad, del más acertado uso de los silencios ayudados de un seguido de poderosísimas imágenes melancólicas,  ayudadas por una fotografía azulada y grisácea que recrea una ciudad de Tokio la cual se mueve por una cotidianidad tan fría como distante, dejando en evidencia la soledad y el desamparo en el que se encuentra el joven Akira.



La película destila auténtica verosimilitud, contando con una excelente dirección la cual organiza un desarrollo narrativo que prima la lentitud del ritmo y la dilatación de las escenas, demostrando salir bien parado de un ejercicio en el cual su meta es escoger a la perfección el momento justo en el que iniciar y cortar la toma. La fotografía juega siempre a favor de la belleza y la poesía visual. También se ayuda de algunos temas musicales, que si bien antes elogiábamos los silencios en los momentos más dramáticos, juega a la perfección a la hora de elaborar entrañables escenas en el que observamos el desarrollo fraternal de los protagonistas. No obstante, Koreeda no podrá evitar  llevar a cabo un uso melodrámático y triste de la música en el final del film, no resultando para nada forzado sino más bien como un acompañamiento ideal a la melancolía y a la resignación de lo que observamos en imagen.



Luis Suñer



miércoles, 7 de mayo de 2014

Przesluchanie (Interrogation) 1989



Dirección:  Ryszard Bugajski

Guión: Ryszard Bugajski, Janusz Dymek

Nacionalidad: Polonia

Reparto: Krystyna Janda, Adam Ferency, Jenusz Gajos, Agnieszka Holland, Anna Romantowska



Desconocidísima película polaca que pone al descubierto la represión estatal comunista de los años 50 y que a causa de ello, debido a ser estrenada en 1989, estando Polonia todavía bajo el yugo soviético, fue inmediatamente censurada, consiguiendo su éxito en el festival de Cannes del siguiente año, donde su actriz principal Krystina Janda recibió el galardón a mejor actriz tras deleitar al jurado con una de las interpretaciones más entregadas y más inolvidables que un servidor ha tenido el placer de disfrutar.




Con un estilo bressoniano en un argumento con reminiscencias de Un condenado a muerte se ha escapado (1956) se nos muestra el calvario de una joven artista que sufre la paranoica acusación de conspirar contra el régimen, siendo por ello, sin prueba alguna que la incrimine, retenida coartando su voluntad y torturada con tal de conseguir confesiones falsas que rebajen su castigo. 


El abuso de poder desnuda a los seres humanos, enseñando como el poderoso abusará del débil, humillándolo hasta el punto de anularlo como persona inyectándole nihilismo por vía intravenosa hasta que renuncie a si mismo. El castigo ante su resistencia llevará a los verdugos a ingeniar distintas formas de martirio, buscando la traición de las amistades, la destrucción de cualquier atisbo de compañerismo que exista en el reo, haciendo lo posible por hallar la acusación recíproca, como les ocurrirá a los personajes de la novela 1984 de George Orwell.




Los personajes son enfocados en primeros planos, atrapados en unos cuatro tercios que los enjaula (de hecho en muchos de los planos los personajes no llegan a caber dentro del mismo), engendrando una sensación claustrofóbica en el espectador, que se siente agobiado por no caber en la celda junto a las demás prisioneras. Los interrogadores están tan cerca de la cámara que notas su aliento sobre ti, no dejándote relajar ni un solo segundo. La importancia del sonido es relevante para crear la atmósfera carcelaria, llena de silencios y ecos fríos de las llaves contra los barrotes a la vez que los gritos de sufrimiento destrozan la moral de las prisioneras.

La película se abre con música intradiegética, Antonina, llena de vida y de juventud, canta y baila con alegría mientras que sus preocupaciones no pasan de ser banales si las comparamos a lo que se le vendrá encima. Al final del film, tras todo un desarrollo sin música alguna, suena una pieza de piano triste y melancólica, la nueva vida de nuestra protagonista estará siempre marcada por lo que le han obligado a vivir, una herida que nunca cicatrizará pero que no por ello desistirá en su deseo de seguir adelante. 


Luis Suñer


sábado, 12 de abril de 2014

Da-reun na-ra-e-suh (In Another Country) 2012 En otro país




Dirección:  Hong Sang-soo

Guión: Hong Sang-soo

Nacionalidad: Corea del Sur

Reparto: Isabelle Huppert, Yu Jun-Sang, Moon So-Ri, Jung Yu-Mi, Yoon Yeo-Jung, Moon Sung-Geun

Sinopsis: Una madre y su hija huyen a la ciudad costera de Mohang para eludir las deudas que han contraído. La joven empieza a escribir un guión para un cortometraje que tiene como protagonistas a tres mujeres llamadas Anne. Las tres llegan a Mohang y allí reciben la ayuda de la dueña del motel donde se hospedan y la de un socorrista que vagabundea por la playa. (FILMAFFINITY)
 

El surcoreano Hong Sang-soo (1960) es sin duda uno de los nombres que más suenan últimamente cuando se habla de los directores de cine de autor actuales más importantes del globo.

In another country es su primera película que ha llegado a los cines españoles, en gran parte debido a su proyección en la sección oficial de largometrajes en el Festival de Cannes de 2012 así como el rostro de Isabelle Huppert como protagonista de la cinta. Por otro lado, su más reciente Nobody's Daughter Haewon presente en la Berlinale de 2013, parece que de momento no va a ser posible disfrutarla en la gran pantalla.


La película que nos atañe contiene los rasgos característicos de su cine centrado en la construcción de unos personajes que se encuentran en un periodo de sus vidas en los que están absolutamente perdidos, siendo torpes con sus relaciones con los demás, coqueteando con el alcohol y el sexo en un intento de reubicarse y seguir adelante.

Los diálogos van de los transcendental a los superfluo, como en la vida real. Los planos secuencia como en las escenas del restaurante desprenden verosimilitud. La puesta en escena es minimalista, naturalista, evocando una realidad costumbrista rota por unos zooms que demuestran la artificiosidad de lo que se está realizando.


Y es aquí donde reside la importancia de esta película. El alterego de Sang-soo, la joven escritora, relata tres historias con los mismos protagonistas cambiando algunos aspectos de sus vidas y sus relaciones pero no su esencia. Este trabajo estilístico no es sino la vida misma del propio director, el cual confiesa en una entrevista en la revista So Film que cuando inicia un rodaje, su guión no tiene más que 30 o 40 páginas y que por las mañanas se dedica a reescribirlo y añadir aquello que le parece adecuado grabar en una localización determinada. El  personaje del director en la película afirma querer grabar una película sobre el lugar, y que una vez grabada entenderá su significado. Así trabaja Sang-soo.


No importa el orden, no importan las motivaciones, no importa quien es quien, es todo un macguffin, él quiere contar una historia, sobre unos personajes, en un lugar determinado, cualquiera de las tres historias sirve, o más bien dicho, las tres son necesarias, pero no sólo estas tres, podrían ser otras tres, es lo de menos, lo importante en su estilo, su sello, lo que Sang-soo nos cuenta y cómo lo cuenta. Y eso es de lo que trata el cine de autor.

Luis Suñer












domingo, 23 de marzo de 2014

Le passé (El pasado) 2013






Dirección: Asghar Farhadi

Guión: Asghar Farhadi

Nacionalidad: Francia

Reparto: Bérénice Bejo, Tahar Rahim, Babak Karimi, Ali Mosaffa, Pauline Burlet, Elyes Aguis, Jeanne Jestin, Sabrina Ouazani, Valeria Cavalli




Sinopsis: Después de cuatro años de separación, Ahmad llega a París desde Teherán, a pedido de Marie, su esposa francesa, para proceder a las formalidades de su divorcio. Durante su corta estadía, Ahmad descubre la relación conflictiva que Marie mantiene con su hija, Lucie. Los esfuerzos de Ahmad para intentar mejorar esta relación dejarán al descubierto un secreto del pasado.






Tras arrasar en forma de premios en 2011 en occidente con la iraní Jodaeiye Nader az Simin (Nader y Simin, una separación), Asghar Farhadi llegó a Cannes en mayo del año pasado con una película de producción francorianí en cuya sencillez se respira su grandeza. Una película pequeña en su puesta en escena pero grande en matices que si bien se refuerza en una soberbia dirección, no menos elogios se merecen sus interpretaciones, uno de sus puntos fuertes que la llevaría a verse premiada con el premio a la mejor actriz, Bérénice Bejo, en el prestigioso festival galo.

En cuanto abarcamos el film se nos presenta a los personajes de forma minimalista, cruda y veraz, y los vamos conociendo tanto a ellos como el ambiente que los rodea, con el cual interactúan de una manera que logran fusionarlo con sus propias personalidades, sentimientos y estados de ánimo.

Se crea una  atmósfera de tristeza, de descolocación en la cual se puede palpar la sensación de que ahí hay algo que no está bien. Poco a poco y con ligera sutileza se va abriendo un resquicio gracias a la llegada de Ahmad, que en cuestión de días ayuda a levantar un manto de negatividad del cual nadie se atreve a estirar para no encontrarse sumergido en un inevitable fatalismo existencial.

Tras conocer a todos y cada uno de los miembros que forman esta gran familia desestructurada, tanto física como mentalmente, y sin caer en melodramas adulterados (salvo en alguna pequeña ocasión), se abre en canal a los personajes para que vayan sacando todo elemento impuro de sus vidas tratando de luchar para conseguir sentirse mejores con ellos mismos y una vez conseguido esto se encuentren mejor en su relación con los demás. 

Un guión calmado, férreo y sin fisuras, de ritmo pausado pero sin alargamientos artificiosos, logra la tensión en el espectador, que odia y compadece a los personajes mientras los acompaña en su odisea personal en busca de la felicidad.


En definitiva, estamos ante una película dirigida con mano firme, con un guión al que bien poco se le puede criticar y con unas actuaciones de lujo que bien supondrá una buena oferta para la cartelera del mes de abril para todos aquellos que quieran ver uno de los nuevos productos de calidad con la frescura de una historia realista tratada desde una perspectiva europea.


Luis Suñer