miércoles, 14 de mayo de 2014

The Lady From Shanghai (La dama de Shangai) 1947






Dirección: Orson Welles

Guión: Orson Welles (Novela: Sherwood King)

Nacionalidad: Estados Unidos

Reparto: Orson Welles,Rita Hayworth, Everett Sloane, Glenn Anders, Ted de Corsia, Erskine Sanford, Gus Schilling, Carl Frank, Louis Merrill, Evelyn Ellis, Harry Shannon

Sinopsis:  Michael O'Hara (Orson Welles), un marinero irlandés, entra a trabajar en un yate a las órdenes de un inválido casado con una mujer fatal (Rita Hayworth) y queda atrapado en una maraña de intrigas y asesinatos. (FILMAFFINITY)



Orson Welles, (1915 – 1985) destacó en el mundo del cine por incluir aspectos para nada convencionales en sus films, revolucionar la forma y el contenido en una libertad creativa excepcional que le llevó a sufrir severas críticas del momento así como abandonar Hollywood después de ésta su quinta película para no volver hasta diez años después con Sed de mal.









Sin hacer un uso tan evidente de picados y contrapicados como en Ciudadano Kane y en la posterior Sed de mal, ni tampoco el uso de planos ladeados como en El tercer hombre (película en la que Welles ayudó en la dirección), en el aspecto formal es justo alagar el cuidado de los contrastes entre luces y sombras en escenas en movimiento y el barroquismo en la fotografía que convierte la película en una obra manierista en la que escenas como la del teatro chino lo evidencian. 





La música, en ocasiones exótica y simbólica dependiendo del lugar donde se encuentran sus protagonistas, se torna un gran aliciente al acompañar a las escenas dotándoles de una sensación trepidante que obliga al espectador a quedarse atónito deseando con fervor conocer con la máxima rapidez la resolución de las intrigas desarrolladas a lo largo del relato.



Dichas intrigas, vienen movidas por un guión que acaba volviéndose casi más loco que el propio Welles moviéndose por un mundo de engaños y argucias. Y es que el guión es tan inverosímil como alocado, lo cual me hace valorar aún más positivamente esta película si tenemos en cuenta la osadía que nos presenta Welles en pleno 1947. Antes de que los Tarantinos y los Godards revolucionaran el lenguaje, Welles mezcla en esta película un sinfín de géneros, partiendo del cine negro para pasar a la acción y a la comedia y permitirse una locura casi onírica y simbólica al final como si del más posmoderno director de los noventa se tratara.




El personaje interpretado por Welles huye de la losa que le ha caído encima, reclamando libertad. Y esta palabra es la que encuentro más adecuada para definir esta película. Libertad. Welles hace exactamente lo que quiere y lo hace tan bien, cuidando al máximo la compenetración entre imagen y sonido, que logra un ejercicio de libertad creativa trepidante.



Luis Suñer
 

 

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