martes, 15 de agosto de 2017

Jugokumon (1953) La puerta del infierno


Director: Teinosuke Kinugasa

Guion: Teinosuke Kinugasa, Masaichi Nagata (sobre una obra original de Kan Kikuchi)

Sinopsis: Tras un fallido golpe de Estado en el Japón feudal del siglo XIV, un samurái reclama como recompensa el amor de una doncella quien resulta ya estar casada.


Con permiso de Chi to rei, la película perdida de Kenji Mizoguchi de aire caligarista de 1923, Una página de locura (1926) es la primera cinta innovadoramente artística de la filmografía nipona. Su creador, Teinosuke Kinugasa, elaboró un filme sobre un escrito corto de Yasunari Kawabata. Una propuesta vanguardista que aboga por abordar la angustia desde una perspectiva tan tenebrista como surrealista. Un trabajo que demuestra la vocación creadora de un cineasta que opta por adaptar al medio cinematográfico lo que las artes literarias y sobre todo pictóricas supusieron a principios del siglo XX. Profesó pues el cineasta una fuerte admiración por estas corrientes provenientes de Occidente, lugar que le atrajo hasta el punto de visitar París y mantener buena relación con directores como Sergei Eisenstein. De éste útimo adoptó su utilización directa del montaje, lo cual se tradujo en su obra Jûjiro (1928), un jidai geki melodramático con una estética abiertamente expresionista.



Si bien los primeros filmes de Kinugasa llegaron a tener alguna repercusión en el extranjero, el éxito le llegó más tarde con la cinta que hoy abordamos. La puerta del infierno (1953) no solo se hizo con la Palma de Oro en Cannes, sino que se llevó un Oscar honorífico a mejor película extranjera. El reciente aluvión de demanda de cine histórico japonés que triunfó en festivales y en las salas occidentales que arrancó con Rashomon (1950) de Akira Kurosawa y El intendente Sansho (1951), de Mizoguchi, despertó la admiración del mundo cinematográfico premiando en la misma década a Los siete samuráis (1955), también de Kurosawa o la primera entrega de Samurái (1954) de Hiroshi Inagaki.


La puerta del infierno destaca en su apartado formal por la fuerza de la sobresaturación del color. Un ejercicio exitoso que la productora Daiei Films continuaría un año después en manos de Mizoguchi con El héroe sacrílego y La emperatriz Yang Kwe-fei. Una estimulación constante que juega al contraste entre los lujosos ropajes de los personajes, las estructuras de los espacios en lo que se mueven y la simulación de exteriores dentro del estudio de grabación. Una majestuosa puesta en escena donde los movimientos de cámara reencuadran escenas con tal de mostrar la ostentación visual que representa el filme sin dejar de guardar coherencia con la historia narrada. Las similitudes formales con The Assassin (2015), nos invita a pensar que Hou Hsiao-hsien ha sido fuertemente influido por este largometraje. Si bien más relajados, la cinta del taiwanés también consta de leves movimientos de cámara que ensanchan el lugar filmado otorgándole un nuevo significado a fuerza de separar el carácter del color. Además, encontramos escenas constantes en La puerta del infierno, sobre todo en su prólogo y sus secuencias finales, donde Kesa, la protagonista del filme, así como otros personajes, son observados de manera borrosa al ser tapados por las finas cortinas de tela transparente que bailan acompasadamente al lento ritmo de una corriente de aire casi imperceptible. También toca un instrumento musical tradicional del mismo modo que la princesa Jianchen, u observamos las escenas de batalla en profundidad de campo en la mitad superior de la secuencia. Además, en el clímax final, los silencios se abren ante la música y escuchamos los gongs acompasados que acompañan el movimiento de los personajes.


La película de Kinugasa no tan solo goza de una ostentación visual innegable, también nos ofrece un melodrama sobrio e interesante. Tras un fallido intento de golpe de Estado, Moritou, quien ha se ha mantenido fiel al señor feudal pese a la traición de su hermano, quiere ser recompensado por salvar la vida de una doncella quien se hace pasar por la hermana del emperador en una estrategia desesperada en los primeros compases del filme. Enamorado de la joven, pide permiso a su señor con tal de conseguirla ignorando que ésta ya está casada. Al contrario de historias clásicas de amores prohibidos, la mujer se mantiene incómoda por la situación, confiando en su marido y odiando la figura de este hombre. La cinta girará en torno a la obsesión egoísta de Moritou, al rechazo constante que sufre por parte de Kesa y también sobre los sentimientos de unión que guardan al matrimonio. También en el papel que juega el entorno de los tres protagonistas, convirtiendo acontecimientos de ocio en competitivad viril y riéndose abiertamente del conflicto ocasionado. Es ante todo este filme un estudio directo y sin preámbulos sobre la imposibilidad del amor forzado y el sacrificio constante que debe soportar la mujer en la sociedad nipona y en gran parte de la filmografía clásica y actual del país del sol naciente, siendo siempre la mayor sacrificada por querer proteger al hombre que ama. 



Luis Suñer

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