Director: Xavier Dolan
Guión: Xavier Dolan
Nacionalidad: Canadá
Sinopsis: Laurence Alia (Melvil Poupaud) es un profesor de literatura con un trabajo estable y una sólida relación con su novia (Suzanne Clément). Sin embargo, un día decide contarles a sus amigos y seres más queridos sus planes para cambiarse de sexo.
El jovencísimo
Xavier Dolan, que a sus 25 años de edad ya ha cosechado triunfos por diversos
festivales con sus cinco largometrajes, nos dejó con Laurence Anyways la que hasta ese momento fue su mejor película.
Considerada el mejor film canadiense del Festival de Toronto de 2012, entró
antes en la sección de Cannes Un Certain
Regard llevándose, y con razón, el premio a la mejor interpretación
femenina por la magnífica fuerza que entrega a su personaje Suzanne Clement.
Xavier Dolan nos
presenta la historia de Laurence, un profesor de literatura de 35 años que
harto de reprimirse revela a su novia, su familia y a su ámbito laboral su
necesidad secreta, ser mujer. No por ello renuncia a su heterosexualidad. En
este momento asistimos a un rechazo inicial, que bien podría antojárnose como
el típico ejercico que relata las aventuras de una persona que por el mero
hecho de ser diferente, es repudiado. Por suerte, Dolan trasciende y va más
allá, nos regala una historia de un amor imposible a lo largo de diez años en
la que se manifiestan todos y cada uno de los dilemas personales que tienen,
sobre todo su novia, que sufre por el cambio de Laurence, rechazándolo,
amándolo, preucupándose, abandonándolo y regresando a él durante el periplo de
la década de los noventa.
Muchas pensarán
que una historia que poco tiene a la hora de innovar, salvo por la cuestión del
amor y el cambio de género (que no de sexualidad), se puede resumir en hora y
media. No obstante, el cinéfago Dolan dota de una visión muy personalizada al
tratamiento de la narración. Veremos escenas barroquísimas y ensoñaciones o
visiones oníricas sobre los deseos amorosos de una manera muy felliniana,
también diálogos entre enamorados con tratamientos lumínicos diferentes como
Godard y unos ralentís que se recrean en la esteticidad de las imágenes al estilo
Wong Kar Wai. Los planos con un único y central punto de fuga de lo más
kubrickiano se fusionarán en su cercanía con la simetría propia de Wes
Anderson. Además, el melodrama rebuscado y perfectamente reinventado de
Almodóvar en los noventa protagonizado por transexuales será de lo más
evidente.
El acierto de
Dolan es el de contar una historia de la cual se nota su enfoque personal utilizando
con acierto sus referencias cinematográficas más importantes, creando unas
escenas de gran belleza visual, hablando con las imágenes y dotando a su film
de poesía visual. No está nada mal para un chaval que por entonces tenía 23
años.
Luis Suñer