Dirección: Yasujiro Ozu
Guión: Yasujiro Ozu, Kôgo Noda
Nacionalidad: Japón
Reparto: Chishu Ryu, Kuniko Miyake, Yoshiko Kuga, Koji Shidara, Masahiko Shimazu, Keiji Sada, Haruo Tanaka, Haruko Sugimura
Sinopsis: Japón, años 50. Como todos los días, los miembros de una familia se disponen a afrontar sus problemas, sueños y realidades. El padre, con los altibajos de su trabajo y las exigencias que impone la educación de los hijos. La madre, administrando los ingresos familiares y atendiendo a las múltiples complicaciones de la vida doméstica. Y los hijos obsesionados por tener televisión en casa, y uno de ellos enfrascado en sus estudios y angustiado por un defecto físico. (FILMAFFINITY)
En esta ocasión,
nos presenta en color unos suburbios japoneses donde sus habitantes están
obligados a vivir en comunidad. Se vale de una cámara fija que no se mueve en
ningún momento y de unos encuadres milimétricamente planificados, en el que
cualquier objeto de decoración o movimiento de los personajes ha sido antaño
ideado en la mente del director. La posición de la cámara cuando hay movimiento
de personajes se sitúa en la distancia justa que en la que se ha calculado la
secuencia espacio-temporal.
En clave de
comedia, Buenos días, nos presenta un
seguido de personajes, las mujeres que disfrutan de las habladurías y de las
invenciones sobre los demás guardando en ellas reminiscencias de la crueldad
japonesa de antaño (la forma de tratar a la madre cuando le dice que la debería
de llevar a morir al monte de Narayama), los padres de familia anclados en el
tradicionalismo cuya vida va del trabajo al bar y del bar a casa a dormir, una
generación joven con una vista más amplia hacia occidente (profesor de inglés y
la joven de la cual está enamorado) y por último, unos niños los cuales
reclaman la llegada irremediable de la occidentalización.
En
estos niños se muestra lo que es la occidentalización japonesa, que no es un cambio
de culturas ni de tradiciones (aunque sí que existe cierta
destradicionalización vigente), sino que el fruto de esto será la convivencia
de dos mundos condenados a entenderse. ¿Para qué desean con tanto fervor una
televisión? Pues ni más ni menos que para ver combates de sumo, una tradición
japonesa milenaria.
Lo que
observamos en esta película, no se distancia mucho de lo que podría pasar en
cualquier zona rural de nuestro país, donde hay mujeres que hablan por hablar
(el gusto por el noble arte de malmeter sin fundamento), hombres que trabajan y
se emborrachan y nuevas generaciones exigiendo una renovación de sus formas de
vida.
Quizás lo que
más se aleje de nuestra cultura sea la forma de protesta, la huelga de
silencio, pues no es sino una huelga a la japonesa, en la cual lo que prima es
la sobreproducción, es este caso de silencio, ya que su padre les culpa de
hablar demasiado.
Luis Suñer
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