lunes, 7 de abril de 2014

Ohayô (Buenos días) 1959






Dirección:  Yasujiro Ozu

Guión: Yasujiro Ozu, Kôgo Noda

Nacionalidad: Japón

Reparto: Chishu Ryu, Kuniko Miyake, Yoshiko Kuga, Koji Shidara, Masahiko Shimazu, Keiji Sada, Haruo Tanaka, Haruko Sugimura

Sinopsis: Japón, años 50. Como todos los días, los miembros de una familia se disponen a afrontar sus problemas, sueños y realidades. El padre, con los altibajos de su trabajo y las exigencias que impone la educación de los hijos. La madre, administrando los ingresos familiares y atendiendo a las múltiples complicaciones de la vida doméstica. Y los hijos obsesionados por tener televisión en casa, y uno de ellos enfrascado en sus estudios y angustiado por un defecto físico. (FILMAFFINITY)



El director nipón Yasujiro Ozu (1903 – 1963), pilar del cine clásico japonés, abarcó durante su carrera el cine mudo así como el blanco y negro y el color. Con la familia como eje de su filmografía, su obra se basa en el retrato de la sociedad japonesa contemporánea, lo cual hizo creer a sus compatriotas que este cine sería difícilmente entendido fuera de sus fronteras. Es por ello que la primera retrospectiva de Ozu no se llevó a cabo en Occidente hasta finales de los 70 en el Reino Unido.




En esta ocasión, nos presenta en color unos suburbios japoneses donde sus habitantes están obligados a vivir en comunidad. Se vale de una cámara fija que no se mueve en ningún momento y de unos encuadres milimétricamente planificados, en el que cualquier objeto de decoración o movimiento de los personajes ha sido antaño ideado en la mente del director. La posición de la cámara cuando hay movimiento de personajes se sitúa en la distancia justa que en la que se ha calculado la secuencia espacio-temporal. 


En clave de comedia, Buenos días, nos presenta un seguido de personajes, las mujeres que disfrutan de las habladurías y de las invenciones sobre los demás guardando en ellas reminiscencias de la crueldad japonesa de antaño (la forma de tratar a la madre cuando le dice que la debería de llevar a morir al monte de Narayama), los padres de familia anclados en el tradicionalismo cuya vida va del trabajo al bar y del bar a casa a dormir, una generación joven con una vista más amplia hacia occidente (profesor de inglés y la joven de la cual está enamorado) y por último, unos niños los cuales reclaman la llegada irremediable de la occidentalización.
 



En estos niños se muestra lo que es la occidentalización japonesa, que no es un cambio de culturas ni de tradiciones (aunque sí que existe cierta destradicionalización vigente), sino que el fruto de esto será la convivencia de dos mundos condenados a entenderse. ¿Para qué desean con tanto fervor una televisión? Pues ni más ni menos que para ver combates de sumo, una tradición japonesa milenaria. 



Lo que observamos en esta película, no se distancia mucho de lo que podría pasar en cualquier zona rural de nuestro país, donde hay mujeres que hablan por hablar (el gusto por el noble arte de malmeter sin fundamento), hombres que trabajan y se emborrachan y nuevas generaciones exigiendo una renovación de sus formas de vida.
Quizás lo que más se aleje de nuestra cultura sea la forma de protesta, la huelga de silencio, pues no es sino una huelga a la japonesa, en la cual lo que prima es la sobreproducción, es este caso de silencio, ya que su padre les culpa de hablar demasiado.


Luis Suñer
 



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