Guión: Masato Hara, Mamoru Sasaki
Nacionalidad: Japón
Sinopsis: Es éste un provocador film que plantea más preguntas de las que podrían ser respondidas (acerca de cuestiones políticas, cinematográficas, generacionales), pero no por ello deja de ser fascinante. Rodada como una adivinanza de una lógica perversa, sigue a un estudiante marxista y cinéfilo que afirma haber sido secuestrado y golpeado por la policía. Cuando su novia le dice que eso no es posible, él encuentra una película rodada durante su secuestro y que confirma su versión de los hechos.
En plena madurez
de la nueva ola japonesa, Nagisa Oshima nos presenta unos de sus filmes menos
conocidos demostrando de nuevo su versatilidad y adaptación a los nuevos
lenguajes cinematográficos así como su pericia técnica en el tratamiento
estético de las imágenes. Y es que esta críptica película se eleva como un aire
de libertad tanto en la forma como en el contenido, apostando por una dirección
subjetiva que se intercala con una visión global del director quien ha
comprendido el poder de la dirección, abastando la totalidad de oportunidades
que le ofrece el medio cinematográfico y que al fin y al cabo será la temática
de este extrañísimo pero coherente largometraje.
Los filmes de la
segunda mitad de los sesenta que firmaba Jean-Luc Godard como Masculino femenino (1966) o La china (1967), abarcaban la búsqueda
de una realidad emergente. Mientras que en la primera se establecía una
interesante radiografía a caballo entre la ficción y lo documental sobre el
modo de vida y las inquietudes sociales, culturales, políticas y sexuales de
una nueva generación de jóvenes, la segunda se enfocaba en el componente
político izquierdista (maoísta) de estas recién nacidas corrientes de
pensamiento universitarias prediciendo y convirtiéndose en una antesala del
posterior movimiento del Mayo del 68 francés. Nagisa Oshima no se queda atrás,
sino que arrastra todas estas pesquisas sociales investigadas mediante el arte
cinematográfico en el que se sumerge Godard para inmiscuirse aun más
concienzudamente en la fusión existente entre la realidad de estos jóvenes con
la importancia de la irrupción del cine como arma de pensamiento que ofrece
nuevas vías en el uso de la propagación de ideas.
Arriba: Masculino femenino (1966) Abajo: La china (1967)
El confuso
relato se sustenta sobre unas imágenes que carecen de autor. Esto acaba por
provocar una irremediable odisea que trata de introducirse en las cavilaciones
sobre la autoría y el poder mismo de las imágenes y los sonidos sin intención
expresa detrás. Tales desatinos entrarán en conflicto con un seguido de ideas y
teorías políticas sobre la cinematografía que provocarán innombrables
quebraderos de cabeza en un joven que tan solo intenta comprender si hay o no
alguien detrás de la cámara, siendo acompañado por la novia de esa persona de
la que se desconoce el estado de su existencia, viéndose mareados por la
atracción y el rechazo de sus propios pensamientos, condenándose a abandonar
cualquier posibilidad de unirse en sociedad y luchar por una ideología
cambiante y movediza.
Será interesante
las citas de la lucha estudiantil hacia el papel que juegan las filmotecas (el
cine no comercial como herramienta de difusión de ideas izquierdistas) y, sobre
todo, la unión gestada entre los directores del momento de la nueva ola japonesa,
siendo nombrados magníficos cineastas como Shohei Inamura o el propio Nagisa
Oshima (quien no duda en colocarse el primero de esta lista de artistas y cuya
megalomanía no sorprenderá a quien haya visto su documental Cien años de cine japonés (1995) en el
que llega a destacar cuatro películas suyas mientras nombra muy de pasada
a Kurosawa u Ozu entre otros). Pero sin
duda, la escena más poderosa del filme será aquella en la que el erotismo
naciente en el cine japonés nos entregue una imagen de lo más evocadora en el
momento en el que la protagonista se desnudará frente a la proyección de las
imágenes, usando su propio cuerpo como fondo y tocando sus zonas erógenas
regalándonos la que quizás sea la primera relación sexual entre una persona y
el mismísimo Cine.
Luis Suñer
No hay comentarios:
Publicar un comentario